El jugaba en el modesto Barnsley, el equipo de su pueblo, que todos los años anda luchando por no descender a ese infierno que es la League One, y en parte, gracias a él, consiguieron un objetivo que no han podido lograr este año.
Porque Johnny, entonces lateral derecho, ya no estaba en su pueblo, sino en la gran ciudad, en Liverpool.
El Everton lo ficho hace dos temporadas de la mano de David Moyes, que, irónicamente, se lo arrebato a Roberto Martinez cuando entrenaba al Wigan.
Tras regresar este año a Liverpool y fichaje de Roberto por medio, no creo que hubiera nadie más contento que Stones en la ciudad.
El sabía que con Bob tendría su oportunidad.
Esta oportunidad llego tras la lesión del capitán Phil Jagielka que dejó un sitio libre al lado del francés Distin.
Roberto, conocedor de las características de Johnny, le coloco en el centro de la defensa y de repente, todo encajó:
Stones se destapó como una de las sorpresas de la competición, y sorprendio a todos: es un central con un toque de balón exquisito, capaz de llegar hasta más de medio campo con el balon controlado y cambiar el juego a la perfección, es valiente, se posiciona bien y comete muy pocos errores.
Aunque todavía falla un poco por alto, su capacidad de trabajo le puede ayudar mucho y el tener un tutor como Alcaraz, aún más.
El Everton continua en su lucha por la Champions League, pero este año ya ha ganado un trofeo particular: la seguridad de que tienen entre sus filas a uno de los posibles mejores defensas del mundo.
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