Esto debió pasar por la cabeza de Steven Naismith (Naisy, como se le conoce cariñosamente en la parte azul de Liverpool), cuando entró en el minuto 46 de partido, justo en el descanso, sustituyendo al tocado Ross Barkley.
Desde un banquillo del que está acostumbrado a salir como revulsivo, como bombero, como esperanza.
Porque Naisy no es, ni de lejos, el futbolista de más calidad del equipo: en verano se habló de una salida hacia el club donde pasó sus primeros días, el Celtic, pero solo la insistencia de Roberto de que sería importante le dejó en el club, pero seguramente, sea el futbolista de más corazón y raza de los Toffees: consciente de sus limitaciones, presiona y corre como el que más y sabe de su situación en el equipo y aprovecha todas sus oportunidades.
Por ejemplo, cuando Lukaku se lesionó, Roberto lo situó fuera de su posición, de falso 9 y dió un rendimiento excelente, anotando tres goles en este periodo de tiempo.
Este domingo, el primer balón que tocó, se convirtió en gol, tras empalmar un balón suelto en la frontal del área y treinta minutos y kilómetro y medio recorrido después, recogió un balón de Baines para definir ante Stockdale.
''Otra vez aqui, después de todo, otros tres puntos más cerca de la gloria'' pensaría Naisy después de anotar un tres a uno que finiquitaba el partido.
Porque Naismith representa, antes que cualquiera otra cosa, el esfuerzo de un luchador nato, como bien dice el himno de su país, Escocia.
Towering in gallant fame,
Scotland my mountain hame,
High may your proud
standard gloriously wave,
Land of my high endeavour,
Land of the shining rivers,
Land of my heart for ever,
Scotland the brave.
Y bien orgulloso que están en Liverpool de él.
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